Tres ángeles de sonrisa blanca

En Camboya, muchas familias que viven en la humildad se enfrentan, a menudo, con retos que superan sus posibilidades. La situación de necesidad en la que viven no les permite pensar más allá del mañana, pues las dificultades del día a día son de por sí suficientemente graves. La sencillez de estas personas hace que no tengan la opción de pensar y plantearse su propio futuro, pues viven anclados en un delicado presente. Esta dura realidad tiene un coste muy alto en los más pequeños, los hijos de las familias, que son precisamente los que más futuro deberían tener. Por ejemplo, es muy común que cuando falta la madre, la hermana mayor asuma su rol y se convierta en el ama de casa, atendiendo a su familia, cocinando, limpiando…, olvidándose de sí misma, normalmente abandonando el colegio y los estudios.

Srey Nu, Neng y Ning son tres hermanos camboyanos que están muy, muy unidos y viven con alegría, pese a las dificultades que padecen. Hace tres años se murió su madre y, como suele ocurrir, Srey Nu, la hermana mayor, dejó el cole para atender a sus hermanos pequeños. Entonces ella sólo tenía 10 añitos, pero se vio obligada a asumir responsabilidades mucho mayores de las que su inocencia y edad le permitían. Su padre, Pu Noit, era por entonces un hombre sin esperanza, dado a la bebida, que sólo alcanzaba a ayudar en la parroquia del pueblo de Tahen, cuidando el jardín y haciendo pequeños apaños.  Srey Nu tuvo que convertirse en la referencia de la casa, educando y cuidando a sus dos hermanos pequeños y atendiendo a su padre, encargándose de que el hogar se mantuviese unido, demostrando una madurez de alguien mucho más profundo y fuerte de lo que su edad mostraba.

Desgraciadamente, hace tan sólo tres meses, Pu Noit falleció repentinamente. La tradición camboyana implicaría que los niños huérfanos  fueran a vivir al templo, convirtiendo, en este caso, a estos tres ángeles en pequeños monjes budistas. Gracias a la excelente relación que Kike y la parroquia tienen en esta comunidad, Srey Nu, Neng y Ning han sido acogidos en el Centro de Tahen, hogar ya de otros muchos niños en situaciones similares. Ahora, el centro brilla con tres sonrisas blancas más, que dan sentido a nuestra tarea diaria y que nos recuerdan lo importante que es tener presentes a los demás en nuestras vidas, lo esencial que es estar cerca de los necesitados, que no es más que estar cerca de Dios.

Neng, Ning y Srey Nu
Neng, Ning y Srey Nu con el pelo corto como símbolo de luto por la muerte de su padre

A Srey Nu le ofrecemos en Tahen lo que queremos para ella y para todos: la oportunidad de vivir con dignidad y esperanza. Ahora ella puede estudiar, formarse y  lo más importante, vivir sin miedo. Puede afrontar su horizonte con muchas más posibilidades de las que tenía. Nosotros estaremos a su lado para acompañarla y para ser su aliento. Sin embargo, la grandeza de nuestra presencia aquí, consiste en devolverle a ella, y no a sus circunstancias, la dirección de su propia vida. Después de Srey Nu, quedarán aún muchos niños  por acoger. Con esfuerzo y alegría en el corazón, podremos ir contando sus historias.

Srey Nu y sus hermanos en el centro de acogida de Tahen
Srey Nu y sus hermanos en el centro de acogida de Tahen

Battambang, noviembre de de 2014
Irene, voluntaria de la Prefectura Apostólica de Battambang

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