Om, alegría por vivir
¿Quién ha dicho que no poder hablar, estar sujeto a una silla de ruedas y tener parálisis cerebral tiene necesariamente que excluirnos socialmente?
Om, un chico con parálisis cerebral, que no puede hablar y va en silla de ruedas, nos ha cambiado la vida a todos los que vivimos en el Centro Arrupe. Nos ha mostrado lo bella que es la vida y lo privilegiados que somos. Nos ha enseñado que las barreras que se alzan en nuestro camino no deben ser enfrentadas con miedo, enfado y desilusión, sino con alegría y esperanza. Nos ha transmitido fuerza y pasión por disfrutar y mejorar, por ser positivos y saber valorar la cantidad de pequeños instantes de felicidad que vivimos cada día, en vez de ofuscarnos por aquellos pocos y menores momentos molestos. Om es un chaval de 22 años que desde Noviembre ha vivido en el “Centro Arrupe”. Entonces, los médicos del hospital provincial de Battambang llamaron al equipo de outreach del Centro, que se dedica a atender a personas con discapacidad en la zona noroeste de Camboya. Hablaron de un chico que llevaba una semana en el hospital, sólo. Había llegado con su padre, pero éste había muerto en el hospital, días después de ser ingresado. No tenía ninguna otra familia: ni madre, ni abuelos, ni familiares. Llevaba una semana abandonado en el hospital provincial de Battambang, y nadie, de hecho, sabía su nombre, ya que el chico no podía hablar y el padre no había dicho nada antes de morir. Como el hospital conoce bien la labor de Kike a favor de las personas con discapacidad y el “Centro Arrupe”, nos preguntaban si quizá le podíamos acoger en el Centro, ya que el hospital no era lugar para él.