Un legado de Pedro Arrupe SJ en Camboya: Hombres y mujeres para los demás
Pedro Arrupe SJ está muy presente en Camboya, no sólo porque parte de su vida la pasó en Asia sino porque su legado ha llegado a los rincones más recónditos de este país.
Fue el P. Arrupe quien nos dio la misión de ir a servir a los camboyanos y quien nos envió como Compañía de Jesús a los campos de refugiados de la frontera entre Tailandia y Camboya en los años ochenta. Cuando los camboyanos regresaron a Camboya con los acuerdos de paz, nosotros seguimos su camino. Por eso estamos aquí en Battambang, gracias a que Arrupe tuvo la visión de servir a los camboyanos. Recuerdo que cuando me envió a los campos de refugiados me dijo: “Usted va donde yo desearía estar. Por favor vaya a sustiuirme.” Y le pedí una bendición.
Un ejemplo de cómo Arrupe está presente muy concretamente en Camboya es la huella que ha dejado en los niños que han crecido en el Centro Arrupe de la diócesis de Battambang.
Cuando llegué a Battambang como Prefecto Apostólico en el año 2.000, sabía que Dios me enviaba aquí y fui muy consciente de que también Arrupe quería que estuviera aquí. Por eso cuando comenzamos a reconstruir la Prefectura, que estaba en ruinas después de la guerra, lo primero que hicimos fue construir un centro de acogida para niños con discapacidad física por mina o polio, que lo llamaríamos Centro Arrupe. Este servicio a los niños discapacitados no sólo fue una respuesta a una necesidad, sino porque había que hacer algo importante con el nombre de Arrupe. Los “niños de Arrupe” venían de ambientes muy desfavorecidos y además sufrían en sus cuerpos las consecuencias de una guerra que había terminado hacía solo un par de años. Battambang era y sigue siendo una zona del país enormemente azotada por la guerra, con presencia hasta hoy de miles de minas antipersona. Mucha gente es superviviente de minas o bombas de racimo. Durante la guerra no hubo posibilidad de que las vacunas llegaran a esta zona y hay presencia de jóvenes y adultos que contrajeron poliomelitis.
El Centro Arrupe tiene una simbología importante porque fue construido sobre las ruinas de la antigua iglesia de Battambang. Esta iglesia fue destruida por el régimen de Pol Pot y de los Jemeres Rojos en 1978. Bajo las cenizas de la iglesia se construyeron los dormitorios de los niños y de sus cuidadores – también descapacitados – el comedor, un centro para que estudiaran fuera de las horas de escuela, y un taller de sillas de ruedas para ellos y para las personas discapacitadas de la zona.
Ya en 2.001 estábamos acogiendo a unos 20 niños en el Centro Arrupe y asistiendo a muchos otros chicos y a sus familias en pueblos remotos a través de nuestros equipos “outreach” que siguen yendo cada día en moto o coche a los rincones más lejanos de la diócesis.
Kike y los niños del Centro Arrupe, Battambang, 2002
Los “niños de Arrupe” son hoy en día jóvenes que han encontrado distintos trabajos y han podido rehacer sus vidas, en ocasiones con mucho sufrimiento y frustración. Todos ellos son budistas. Pero, ¿conocían estos jóvenes al Padre Arrupe? Tras hacerles la pregunta, me contestaron que no y me pidieron que les contara su vida. Les expliqué lo que había hecho por tanta gente, la espiritualidad que nos había marcado, y la huella que había dejado en muchas personas. Les dije que si habían crecido en un centro con ese nombre, tenían la responsabilidad de llevar una vida digna de ese legado. Les hablé de la importancia de vivir en bondad y en misericordia. Después de esta conversación, muchos de ellos están orgullosos de llevar ese nombre, y en sus cuentas de Facebook aparecen nombres como Arrupe Ngik Pheak, Arrupe Wen o Srey Neang Arrupe.
Srey Neang es de Prey Thom, un pueblo remoto donde hay mucha presencia de minas. Cuando tenía 9 años tuvo un accidente de mina antipersona mientras volvía a su casa del campo. Perdió una pierna. Tras dialogar con ella y con su familia, la recogimos del hospital y la llevamos al Centro Arrupe. Srey Neang pudo estudiar en el colegio y después en la universidad. Ella nos hizo fijarnos en Prey Thom, donde construimos un colegio, pozos, carreteras, muchas casas para gente pobre, desminamos un terreno, y ahora tenemos una delegación de Arrupe, llamada “Arrupe community”, donde están antiguos miembros del Centro Arrupe y donde a su vez se ayuda a la gente discapacitada.
Hoy Srey Neang trabaja en el equipo “outreach” de la Prefectura y visita cada día a gente discapacitada como ella en pueblos remotos, ayudando de forma que puedan tener acceso a un trabajo digno, a una casa, o a la educación.Srey Neang, a la izquierda con el “kromah” (pañuelo camboyano) en la cabeza
Pheak es un chico de 30 años discapacitado de poliomelitis. Ahora trabaja en una fábrica textil que la diócesis ha puesto en marcha y que da trabajo a un centenar de personas, muchas de ellas discapacitadas. Pheak se ocupa de los recursos humanos y vive en una casa cerca de la fábrica. Tiene muchos amigos y una novia con la que quiere casarse pronto.Pheak y Kike, en la fábrica textil de la Prefectura de Battambang, donde Pheak trabaja
Wen, de 26 años, tiene una gran discapacidad en los brazos y en las piernas. Cuando le encontramos en su pueblo, Tahen, a unos 20 km de Battambang, le preguntamos si quería venir a vivir y a estudiar al Centro Arrupe. Tanto él como su abuela dijeron que sí. Años después, Wen confesaría: “La primera persona que me levantó del suelo y me dio un abrazo fue Kike”.
Wen en brazos de Kike, en Tahen, 2001
Después de estudiar educación y literatura inglesa en la Universidad de Battambang, Wen ahora es coordinador de la biblioteca de inglés de Karuna Battambang, ONG de la diócesis. También es profesor de inglés de niños desfavorecidos que viven en un hogar de acogida de la diócesis y de los nuevos niños que están acogidos en el Centro Arrupe. Wen puede ayudar con su salario a las necesidades de salud y alimentos de su familia. A la pregunta de lo que significa Arrupe para él, Wen contesta: “Cuando llegué al Centro Arrupe tenía solo 8 años. No sabía nada, no iba al colegio. Nunca hubiera imaginado que este sería mi lugar, mi familia. Siento que pertenezco a este lugar más que a mi propio pueblo”.
Wen en su silla, siendo todavía un niño
Vary tiene 32 años y tiene discapacidad también por poliomelitis. “Conocí a Kike en 1994, cuando tenía 7 años, en el Centro de la Cruz Roja. A partir de entonces me visitaba cada mes en mi casa. Me enseñaba a utilizar la silla de ruedas, que es como mis dos piernas. En 2001, cuando tenía 14 años me fui a vivir al Centro Arrupe. Allí estudié desde el grado 7, y fui a la Universidad de Battambang, donde me licencié en Finanzas. Si no hubiera sido por la acogida que tuve en el Centro Arrupe yo no hubiera podido aprender, crecer y desarrollarme como persona y tener éxito en mi vida.” Ahora Vary es la responsable de contabilidad del equipo Outreach de la Prefectura. Como parte de este equipo, ayuda a las personas con discapacidad física como ella para que puedan acceder a la educación y a un trabajo digno desde sus pueblos y comunidades de origen.
Vary en su oficina del equipo Outreach de la Prefectura
Estas historias nos interpelan y muestran que en el P. Arrupe la dimensión espiritual se multiplica. Está en vida en el espíritu pero es un espíritu que rebasa a su persona física y esto se convierte en vida, en un ambiente, en un modo de trabajar. Muy concretamente, para los chicos que han crecido en el centro, Arrupe es mucho más que una persona, es un lugar donde crecer, es un refugio, es acogida. En sus propias palabras: “Arrupe es mi familia”, “Arrupe me cambió la vida y me dio un futuro digno”; “Arrupe es mi casa, es mi vida”.
Toi, discapacitado por mina antipersona, pertenece a la nueva generación de chicos que viven en el Centro Arrupe
Actualmente en el Centro Arrupe hay una nueva generación de chicos de entre 11 y 17 años con nuevos retos. Seguimos inspirándonos en el Padre Arrupe, que está muy presente en la vida de los niños discapacitados de Battambang y en muchas historias de sufrimiento y de éxito.
Kike Figaredo SJ, Prefecto Apostólico de Battambang, Camboya
14 de noviembre de 2018, 38 aniversario de la creación del Jesuit Refugee Service por el P. Arrupe
2 comentarios. Dejar nuevo
Una labor realmente admirable que solo se explica con una gran confíanza y entrega en y para el Señor.
Tuve la oportunidad de conocer a Kike en el año 2003 y en los años posteriores, hasta el día de hoy, y siempre he admirado la buena labor que ha ejercido. Mi enhorabuena por este gran trabajo.
Un saludo desde aquí, para Kike y todos los que trabajan actualmente en el “Centro Arrupe, de Battambang”!!